Soy Erik Jager, y mi viaje comenzó en un mundo de soledad. De niño, crecí sin experimentar amor y sin la atención que necesitaba. Mi viaje me acercó a Dios, y con eso también llegó la comprensión de que estamos aquí en la Tierra para marcar la diferencia en la vida de los demás a través de la conexión y el amor. Este entendimiento me llevó a un encuentro que no solo cambió mi vida, sino también la de muchos otros.
Un viaje de esperanza
En 2001, mi viaje comenzó con Zjenja, una joven de Bielorrusia. Su situación era desgarradora: tenía un padre que luchaba contra la adicción, y su futuro parecía de todo menos esperanzador. Pero juntos comenzamos a construir algo, paso a paso, que más tarde se convertiría en algo mucho más grande. Lo que comenzó como algo pequeño, finalmente se transformó en un proyecto que cambió nuestras vidas: House of Peace.
House of Peace se convirtió en algo más que un proyecto; se convirtió en un hogar. Un lugar donde los jóvenes, que habían estado al margen de la sociedad, redescubrieron su fuerza. Allí se sintieron amados, simplemente por lo que eran. Desde nuestra profunda convicción de que el amor, en su forma más pura, puede sanar vidas, construimos juntos un lugar de paz, amor y esperanza. Cada paso que dimos juntos nos acercó a un futuro lleno de posibilidades.
No sabíamos a dónde nos llevaría el viaje, pero al construir juntos, mano a mano, algo pequeño creció hasta convertirse en algo mucho más grande. Cuando llegó el momento de entregar el House of Peace a los jóvenes que una vez habían sido ayudados allí, sentí una profunda paz. Estaban listos para avanzar por su cuenta. Y así se creó espacio para un nuevo sueño: Nofam.
Un futuro esperanzador para todos los niños
Nofam es más que una fundación; es una familia, un lugar donde los niños que de otro modo estarían al margen de la sociedad reciben esperanza para un futuro mejor. Así como Zjenja tuvo su oportunidad, Nofam, en colaboración con muchas otras organizaciones benéficas, ahora ofrece a los niños de todo el mundo la oportunidad de hacer realidad sus sueños. Y así como mi vida se enriqueció gracias a mi viaje con Zjenja, experimento la misma alegría cuando veo cómo los niños florecen gracias al amor y la atención que reciben a través de Nofam.
Nofam representa el poder de la colaboración. No solo construimos, nos fortalecemos mutuamente. No cavamos nuevos pozos ni reconstruimos escuelas, sino que buscamos activamente la colaboración con otras organizaciones benéficas. A través de este esfuerzo conjunto, podemos tener un mayor impacto sin desperdiciar recursos innecesarios. Esto es lo que representa Nofam: un futuro lleno de esperanza y una vida enriquecida, tanto para los niños que ayudamos como para las personas que ayudan.
Mi viaje comenzó con pequeños pasos, pero finalmente cambió la vida de muchos, incluida la mía. Ahora, quiero invitarte a reflexionar sobre lo que tú puedes hacer para marcar la diferencia. ¿Cómo puedes tenderle una mano a alguien que lo necesita? No tiene que ser algo grande. A veces, son los pequeños gestos los que tienen el mayor impacto.
Si quieres saber más sobre mi viaje o cómo hacemos la diferencia a través de Nofam, no dudes en contactarme. Me encantaría saber de ti y responder a tus preguntas.