A veces, el cambio comienza con los momentos más pequeños. Lo que empezó como una simple visita de Erik a Serah, el proyecto de Esther en Uganda, se convirtió en algo mucho más grande. Para Erik, quizá parecía un gesto pequeño: visitar la prisión, escuchar las historias y pasar un rato con la comunidad. Pero para las personas allí, fue una chispa que encendió una llama. Nació la esperanza. Y la esperanza, como vemos una y otra vez, es una de las fuerzas más poderosas que tenemos.
Esther ha sido la fuerza impulsora detrás de Serah durante años. Es el fuego que arde incansablemente por los niños de su comunidad. Cuida, construye y lucha, incluso cuando las circunstancias están en su contra. Pero, como todos nosotros, también ha enfrentado momentos de duda: sintiéndose sola y pensando que los desafíos eran demasiado grandes. Hasta que alguien llegó y creyó en ella. La visita de Erik, junto con la donación de la Fundación Landa, no solo fue un apoyo financiero; fue una señal de confianza, una manera de fortalecer su luz.
Haciendo la diferencia juntos
El impacto fue inmediato. La comunidad, que antes se sentía "maldita", cobró vida. La noticia sobre la construcción de una escuela y dormitorios trajo una energía sin precedentes. La gente bailó, lloró de alegría y, por primera vez en mucho tiempo, se sintió vista. Esther describió cómo vio regresar la esperanza a los ojos de los niños y los adultos a su alrededor, no porque todo de repente fuera perfecto, sino porque creyeron en un futuro que podían construir juntos.
Esta historia muestra cuánto podemos lograr cuando nos apoyamos mutuamente. Donde Erik encendió una pequeña chispa, Esther tomó el relevo y difundió la luz aún más lejos, no solo en su comunidad, sino también más allá. Incluso el Comisionado General de Prisiones, el Dr. Johnson Omuhunde Rwashote Byabashaija, destacó el impacto de este trabajo en los hijos de los prisioneros. Llamó a Erik un "ángel de buenas noticias" y expresó su gratitud por el trabajo que lleva esperanza a los lugares donde más se necesita.
La esperanza como catalizador
El poder de la esperanza reside en su capacidad para multiplicarse. Lo que comienza como una chispa puede convertirse en un fuego. La tierra fue despejada, se colocaron piedras y ahora las paredes de la escuela y los dormitorios se levantan con orgullo. Pero el verdadero cambio no está en la construcción; está en las personas que se conectan, colaboran y se atreven a reimaginar su futuro.
El trabajo de Esther nos recuerda que el cambio comienza con una persona que toma acción. Pero también nos recuerda que nadie puede hacerlo solo. A veces necesitamos a alguien que crea en nosotros, que nos apoye y nos ayude a que nuestra luz brille más fuerte. Juntos, podemos marcar la diferencia. Juntos, podemos difundir esperanza y cambiar vidas.
Tu papel en esta historia
Lo que esta historia nos enseña es que cada uno de nosotros puede ser una chispa. Lo que parece pequeño, como una visita, una donación o una conversación, puede significar el mundo para alguien más. No olvidemos que, por pequeña que parezca nuestra contribución, juntos podemos lograr algo grande.
Esta Navidad, no solo celebramos el progreso de un proyecto. Celebramos el poder de la esperanza, el poder de la colaboración y el poder de personas como Esther, que nunca se rinden. Sigamos apoyando, fortaleciendo y celebrando ese poder.